jueves, 3 de julio de 2008

EL CAZADOR DE PAJAROS

Cuando era yo chiquillo maté un pájaro que estaba en un árbol...cayó a mis pies, lo recogí. Aún estaba caliente. Me sentí asesino y lo enterré con una cruz de palitos amarrados. Recé para que el gran dios me perdonara y no me llevara al infierno. 
     Varios días pasé preocupado, arrepentido y con mucho miedo al castigo divino.
     Este suceso aún me causa tristeza...por el pajarito y por mí mismo.
    Desde entonces, ha pasado mucho tiempo y aún siento en mis manos el cuerpo caliente del pájaro asesinado por mí... 
   y todavía me duele.